Eres lo que inspiras
- Francisco Sanclemente
- 21 nov 2017
- 3 Min. de lectura

Desde nuestra infancia nos han enseñado que nuestra vida está vinculada a la vida de otras personas, por lo tanto lo que hacemos en nuestro entorno de alguna u otra forma afecta a los demás; pero más que enfocarnos en el impacto que tienen nuestras actitudes en los demás, es preciso revisar el impacto que tienen en nosotros mismos.
Lo que transmitimos afuera es subproducto de la percepción que tenemos de nosotros mismos ante el sinfín de situaciones que vivimos. Somos nosotros mismos los arquitectos de las actitudes y decisiones con las que afrontamos cada situación, al final eso es lo que proyectamos. Nuestra percepción de la vida se convierte en gestos, reacciones, respuestas... En nuestra manera de ser.
Por lo anterior he querido proponer en este artículo un pequeño elenco de afirmaciones que nos ayudarán a dar un paso adelante y gestionar cada situación que se nos presenta en el camino.
RESILIENCIA. NO PODEMOS CAMBIAR LAS CIRCUNSTANCIAS, PERO SI PODEMOS TOMAR DECISIONES. La vida está llena de cambios, pero el problema no es el cambio sino las creencias representan en la vida de cada uno de nosotros. Para vivir el cambio es necesario no sólo que aceptemos y nos adaptemos a las circunstancias por las que estamos atravesando, sino que también haya una transformación desde la manera de verlas hasta la manera de afrontarlas, cuando podamos transformar cada crisis en una oportunidad, viviremos un proceso creativo donde la fe y la resiliencia juegan un papel preponderante. Una fe relacionada con la decisión deliberada de creer en algo, de apostarle a una realidad futura, y la resiliencia encaminada a un cambio de visión y de actitud.
OPTIMISMO. PASAR DEL SÍ SE PUEDE, AL CÓMO SE PUEDE. El optimismo es una decisión que nos aleja de la apatía, no es algo con lo que se nazca, por el contrario es una actitud que se forma en el camino, siempre y cuando estemos dispuestos a ser mejores con nosotros mismos y por consiguiente con nuestro entorno, cuando entrenamos está habilidad social nos daremos cuenta que el optimismo no es sólo creer que todo está bien, sino también hacer algo para esté bien, pues hay una gran diferencia entre el hacer y el creer; sólo internalizando y comprendiendo esto permitiremos que las adversidades se conviertan en un escenario en donde la capacidad de perseverar ante el fracaso, sea nuestro mejor aliado al momento de gestionar nuestras emociones en las posibles frustraciones.
ENTUSIASMO. SOMOS LO QUE TRANSMITIMOS Es pertinente diferenciar el optimismo qué, como ya habíamos hecho referencia, es la capacidad
de creer y hacer que las situaciones se conviertan en algo mejor, mientras que el entusiasmo son las emociones que le inyectamos a nuestro diario vivir para lograr lo que queremos; este es uno de los valores fundamentales cuando de consecución de objetivos se trata, pues el esfuerzo, el interés y sobre todo la pasión que le inyectamos a las actividades que desarrollamos nos lleva a vivir con el dinamismo propio de quienes aman y disfrutan lo que hacen.
Si queremos armonizar nuestra vida con todo nuestro entorno, tendremos que recurrir a la aplicación de estas afirmaciones que son determinantes a la hora de desafiar nuestras situaciones de cada día y de agregarle valor a nuestro proceso de crecimiento continuo, si todo esto lo convertimos en parte de nuestro proceso de vida, veremos grandes cambios de actitud no sólo en nosotros mismos sino en nuestro entorno, en las personas que nos rodean.
Comments